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viernes, 20 de septiembre de 2013

De archivo: Mujeres chilenas y humor

Un artículo sobre exponentes femenino del humor chileno en escena: no te lo pierdas!


Es un fenómeno. Es un boom. Es un ¿escándalo? Las mujeres se toman los micrófonos, los escenarios y comienzan a dominar en el humor. Y, claro, surgen las preguntas. Si existe el olor de mujer, ¿existe también el humor? Ellas, ¿hacen chistes? ¿O hilarante crítica despiadada? ¿Existen los chistes de género? Qué diablos: una nueva guerra está declarada. ¿Quién es más gracioso, más divertido? ¿El hombre o la mujer? ¿O acaso da igual? ¿Da igual? El autor de esta crónica dice que no. Ay, es que este gallo es un latero. Mira lo que habla. Por Dios.


Por Sergio Paz. Fotografías: Javiera Eyzaguirre. Producción: Germán Romero.
La mecánica fue arbitraria: elegí a las mujeres top del humor. A las más chistosas de Chile. Y les mandé un cuestionario para saber, con razonable certeza, de qué se ríen las mujeres, cómo se ríen, por qué se ríen. ¿Se ríen?24 horas después la frustración fue total. Básicamente con uno mismo. Las preguntas, de verdad, fueron simples, lateras. Y, por ejemplo, jamás pregunté:


¿Es divertido el bidé?


¿Es cómico ver a una mujer con bigote?


El Punto G, ¿existe? ¿Es sólo un auto que hizo la Fiat?


Sí pregunté, a las elegidas -Vanessa Müller, Alison Mandel, Jani Dueñas, Natalia Valdebenito, NathalieNicloux- si un enano les parecía chistoso. La respuesta no me sorprendió.
-Vanessa: No para mí.
-Natalia: Qué pregunta más rara.
-Nathalie: No me parece que una persona sea chistosa o no por su físico.Cielos. Qué gravedad.
Primera conclusión: los hombres y las mujeres nos reímos de cosas absolutamente distintas. De hecho para todo hombre -y lo digo con respeto- un enano es gracioso. Incluso para el enano lo es.
Antes de seguir, déjenme presentarlas. Ustedes, seguro, ya las conocen. Ahí están, siempre juntas, Nathalie yNatalia.La Vicky y la Gaby en la era ciber. La rubia y la morena, las dos bien wa: dos mujeres atrevidas, desenfadadas, chistosas. Dos mujeres frescas e irritantes como un recién horneado queque de hortigas. Las graciosas estrellas de Chilevisión.
Siempre aparte, Vanessa; Vanessa Müller: quien ya vive desde hace un año en Chile, eso luego de conducir un late show con su nombre escrito con ampolletas en Fox. Una flaca neurótica, elongada y chistosa, que estos días lanza su primera novela; un libro que, según Fito Páez, es como una película de Almodóvar.
Finalmente ahí está Alison Mandel, la estrella emergente de la comedia. Una linda rubia (moralmente no rubia) a la que ya vimos en Comedor de diario (la innovadora serie de Vía X), que luego se dedicó al stand up comedy. Y, finalmente, a recorrer Santiago junto a José Miguel Villouta, eso en acaloradas rutinas de despedidas de soltera a domicilio.
Cierra la serie una mujer que me encanta: Jani Dueñas, la conductora junto a Pato Cuevas del programa de radio del año (en ADN). Y cómo no, si se trata de un show radial que mezcla actualidad con humor. Un programa que, insólito para la radio, requiere libretos. Sépalo: desde las mentiras del Rumpy que, en radio, no se usaba guión.
Curioso: para Jani, los enanos sí son muy divertidos. "¿Has cachado ese deporte el lanzamiento del enano? Es maravilloso", dice Jani. Misch.
Sigamos.
Yo diría que, en general, las mujeres no son mucho de chistes (sí de humor). Y, si son chistes, son chistes cortos; chistes que clavan. O sea, chistes chinches que sirven más para sujetar que para soltar. ¿Un ejemplo? Maitena: la argentina con quien, semana a semana, tanto nos reímos en Ya. A ella la conocí una vez en su casa en La Pedrera,
Uruguay. Y entonces Maitena -una mujer deliciosamente cómica, especialmente si no vives con ella- aseguró cuatro o cinco veces, durante la entrevista, que se reía más de ella misma que de los demás. Lo extraño es que, cuando, hablaba de ella, parecía quejido. No humor. Sin embargo, cuando hablaba del perro, de su hijo o de su marido (no sé quién era peor) era hilarante. Una metralleta asesina. Una matraca asertiva.
Vale la pregunta. En realidad así parte el cuestionario: ¿Hay diferencia entre el humor de un hombre y el de una mujer?
-Vanessa: Los hombres por esencia son más simples. Prefieren hablar de los perros que reírse de ellos mismos, porque eso significa mirarse, pero en serio, aceptarse y rechazarse, algo que no todas las personas están dispuestas a hacer. Nosotras escogimos reírnos de nosotras y eso aliviana mucho la carga. Jaja.
-Natalia: Siempre nuestros temas tienen que ver con la mujer, con lo que significa ser mujer en este mundo, en Chile, de nuestras características y como eso, o sea, el género, nos diferencia y nos determina.
-Alison: Creo que hay códigos entre las mujeres y otros entre los hombres. Hay cosas en el humor de los hombres que no entiendo y no me hacen gracia, como creo que debe ser al revés también.
-Jani: Supongo que algo de cierto hay en que las mujeres se ríen de cosas distintas que los hombres, pero me niego a pensar que existe un "humor femenino" y un "humor masculino". ¿Qué sería eso? ¿Reírse de la menstruación y del embarazo? ¿Y qué sería el "humor masculino"? ¿Reírse del fútbol y de la penetración?
-Nathalie: La respuesta es obvia. Todo es distinto entre hombres y mujeres desde el momento en que para uno de los dos es más fácil hacer pipí. De ahí para arriba, desde tener el mismo puesto y ganar menos, hasta que el hecho de que ser madre sea un cacho para las AFP y también hay cosas de las que nos reímos todos por igual, lógico.
-Vanessa: El humor de los hombres es grueso, largo (a veces) y puede ser muy duro pero igual hace reír. El de nosotras no es EL sino LA humor y le encanta ir de shopping, tomar el té y ser presidenta.
Sigue el cuestionario. Vamos a lo práctico. ¿Qué es lo que encuentran chistoso de un hombre?
-Vanessa: Las hombreras y las orejas con pelos. Las sentencias del estilo: ¿Vio mi teléfono? ¿Cuánto te salió la peluquería? ¿¡Qué fue lo que te hicieron!?
-Nathalie: Que no busquen las cosas, que no cambien el rollo del confort.
-Jani: Me gusta cuando los hombres se juntan y uno tiene la sensación de que está en un camarín de educación física de un segundo medio. Primero que nada, para una chica estar en un camarín de hombres ya es profundamente atractivo. La verdad, yo no me río de los hombres, sino que aprendí a reírme con ellos.
-Alison: Me dan risa los hombres lentos para entender las tallas. Me río con los hombres ridículos. Los que inventan palabras y canciones, en general los creativos.
¿Lentos para entender las tallas? Stop. Rewind. Paremos aquí. Rebobinemos.
Los hombres, en menos de veinte años, perdimos no sólo el control remoto. También, sin remedio, el control de la lista de compras del supermercado, la radio del auto, el derecho a usar boxers, pero ¿también la patria-potestad de la talla? Por favor, no me malinterpreten: soy de los que piensan que las mujeres sí son chistosas, graciosas, incluso más que los hombres. Desde el colegio uno se ríe tanto con ellas: primero x el hermano, luego x el pololo, finalmente x el tipo con el que se decidieron casar. Ahora, si me apuran, no sé si alguna vez he conocido a una mujer tallera. Es propiedad de la talla, lo siento, que sea hedionda, peluda, grosera y pasada a huevo duro. Bien una mujer chistosa. No sé: la Desideria, la Cuatro Dientes, incluso Gloria Münchmeyer. Aunque en realidad no sé si Gloria Münchmeyer. Pero, ¿una mujer tallera? Bueno: Natalia Cuevas era tallera. Mmm: quizás sí hay mujeres talleras.
Pensemos en un asado. Es la pregunta. Vas, ¿cuentas chistes?
-Vanessa: No voy a asados y sí, hago fuego, metafóricamente hablando.
-Natalia: No porque no me sé ningún chiste. Yo entiendo que quizás mi forma de contar las cosas es entretenida, pero también puedo estar en un lugar y pasar muy piola.
-Alison: Sí hago reír, pero no es que cuente chistes, sino que cuento historias, las exagero y mientras las cuento, imito. De hecho soy pésima para contar chistes, soy de esas que se les olvida el chiste en la mitad. Además, me sé sólo un chiste bueno y cuando me dicen "cuenta un chiste" cuento el mismo hace cuatro años.
-Jani: No cuento chistes, cuento cosas, cosas que me han pasado, cosas que he visto, cosas que me han contado. Y sí, supongo que hago reír, pero no soy el payaso del asado. Lo interesante (y por lo tanto lo chistoso) es la reflexión que uno hace de eso que estás contando. Ahí está lo que puede sacar risas en la concurrencia. Y, claro, que uno se ría primero que nadie. Después de todo, la risa es casi tan contagiosa como los bostezos.
-Nathalie: Depende de mi ánimo supongo. Y si la ocasión lo amerita y ando en la onda Nati monologuista. Si no, observo. Me río de lo que dicen otros, bailo. Sería muy raro estar toodooo el día en un monólogo. ¿O no?
Por supuesto, Nathalie. Claro que sí. Y buen punto lo del monólogo. De partida, porque en el monólogo, las mujeres son imbatibles. El mismo Club de la Comedia, sin las mujeres, sería un desastre. El monólogo. ¿Qué hombre hace monólogos? Hamlet, ok. Alfredo Castro, ok. Tito Noguera, ok.
¿Mujeres en monólogos? Todas. Y desde chicas. Pensándolo bien, las mujeres nacieron para ser "humoristas". En toda mujer hay una Tina Fey, una Sarah Silverman, una Chelsea Handler, una Tracey Ullman, una Lucille Ball, unaMyriam Palacios, una Cata Saavedra, una Tichi Lobos, una Tatiana Molina, una Coca Guazzini. Una mujer chistosa. Una Lucía Hiriart, dice Nathalie Nicloux. Qué graciosos eran los sombreros de Lucía Pinochet, dice Jani.
¿De qué puede versar el monólogo? De cualquier cosa. Uno, dos años atrás, mi señora inventó uno para matarse de la risa: decía (exigía) que yo debía aprender a mear sentado. Era lo que podríamos llamar razón/humor. No había chiste, pero sí observación. Gracioso. Ya imaginan de qué. Qué asco. Aquí hay otro gran punto: el monólogo de las mujeres se basa en ver, diseccionar lo que pasa y luego recalcarlo, machacarlo, restregarlo. Jajaja. Da lo mismo si eso fue hace siete años o siete minutos. Jajaja. Y, pese a la majadería en que suelen caer, cuando están en monólogo no aceptan que el público se distraiga. Menos que no haya aplausos o atención. ¿Una cosa que irrita a las mujeres? Que te llame alguien y que seas especialmente simpático con otra persona. Para ellas, eso es peor que matar el matrimonio. Eso es matar la comedia.
Pero... la vida... ¿es una comedia para las mujeres? No si partimos de la premisa de que para ellas todo es serio y necesita problemas. Y eso es chistoso, obvio, pero más para uno que para ellas. O sea sí es comedia pero asumiendo que para las mujeres, el humor es finalmente un espejo. No tratan de ver tanto a los demás como a ellas mismas. Si es un espejo, es un espejo retrovisor en el que ven para atrás y, de paso, se echan el rímel. Para los hombres, en cambio, el humor es hacer dedos de conejo antes de la foto, un papel impulsado con elástico, una bomba de humo, una estupidez, una talla. Si el humor de las mujeres dinamiza el mundo, lo cuestiona, lo hace avanzar, el de los hombres, en cambio, no sirve absolutamente de nada.
Pero, bueno, que hablen ellas. ¿Te consideras chistosa? ¿Sí? ¿No?
-Vanessa: No porque soy mala cocinera, no sé bordar, soy actriz y la frivolidad es un cáncer espiritual.
-Natalia: No sé, no lo había pensado. La gente se acerca y me lo dice: "Oiga usted que es chistosa". Y, si eso significa que estoy haciendo bien mi pega, bienvenido sea.
-Alison: A veces soy chistosa, a veces soy una lata, pero cuando soy chistosa hasta yo me río de mí. No sé: me gusta ser chistosa, me gusta hacer reír, me dan risa las risas.
-Jani: Sí, me considero graciosa, lo que no quiere decir alegre, no es que ande por la vida riéndome de todo y jajajeándome de cada cosa que me pasa, pero reconozco que soy rápida de mente y que cuando ocurre algo lo primero que se me viene a la cabeza es la parte ridícula del asunto. Sin embargo, soy mala para contar chistes.
-Nathalie: La mayoría de las veces da lo mismo, pero el otro día estuve en la urgencia de una clínica y le preguntaba cosas al guardia, seria. Es decir, estoy en la urgencia de una clínica, nada muy bueno debe ser y él me miraba como si cada cosa que yo le dijera fuera un graaan chiste. Raro por decir lo menos.
Otro gran tema: el humor en la trinchera, en la frontera, el humor en la cama, el humor en la relación. ¿Son, entonces, de verdad chistosas las mujeres? ¿Por qué las mujeres siempre dicen: me encantan los hombres que me hacen reír? ¿A qué se refieren?
Es buena la pregunta: ¿Te gustan los hombres que te hacen reír? ¿Es sexy el humor?
-Vanessa: Después de regalarme un auto, un viaje, un plasma y un I-Pod sí. También antes de explayarse demasiado acerca de sus ex, sus pros, sus contras y sus peros. Ah, nunca después de los primeros y "amables" diagnósticos sobre mí, claro.
-Natalia: ¿El humor es sexy? Mmm. No sé, pero seguro que una persona que se ríe más lo pasa mejor en la vida y menos mierda tiene en la cabeza para tirarle al mundo. Creo, también, que tener sentido del humor es más sexy que dos grandes pechugas de silicona a punto de reventar.
-Alison: En mi caso no es muy sexy. Y estoy cada día más segura, porque cada día soy más ridícula.
-Jani: Mucho. Es más, es indispensable. Pero que te hagan reír no significa que el tipo se transforme en unBombo Fica y te cuente un chiste tras otro. Horror. Que un hombre te haga reír al final tiene que ver con que te sorprenda, con que sea capaz de no tomarse todo tan en serio, partiendo por sí mismo.
-Nathalie: No entiendo bien esto de que el humor sea sexy. ¿Por qué no sólo puede ser humor? ¿Acaso es sexy Óscar Gangas?
Finalmente habría que preguntarse que, si las mujeres tienen humor (y vaya que lo tienen) ¿cuándo diablos lo pierden? ¡Por qué lo pierden! Ya poh: si era una talla... Déjame sola. ¿Me voy? Ándate. Jajaja. ¡Wena! Ándate, ¿qué quieres? ¿Por qué sigues aquí? ¿Estás hablando en serio? Por supuesto que estoy hablando en serio. Jajaja.
Ándate-huevón (las mujeres dicen huevón, no weón).
Más preguntas: ¿Cuándo pierde el humor una mujer?
-Vanessa: Cuando algo es más caro que mi sueldo.
-Natalia: A mí me enoja la gente mala, la envidia, la flojera; me enoja que las mujeres tengamos la "obligación" de vernos bien, de ser flacas, que a nosotras a lo largo de la historia se nos haya enseñado a respetar a los hombres y a la inversa se les olvidó. ¡Ufff! Hartas cosas la verdad. Yo tengo un genio de mierda, me enojo con facilidad, soy alegona y crítica, pero también harto bipolar, así que da lo mismo que me enoje hoy porque es posible que mañana me dé lo mismo. Se me pasa rápido.
-Alison: Yo dejo de tener humor a cada rato. En general no me ando riendo todo el día, sino cuando me nace serlo. Frente a situaciones importantes, en general el humor es lo último que le pongo. Cuando ya no queda otra salida.
-Jani: Cuando me han roto el corazón, cuando me han hecho daño, cuando me han engañado o mentido. Y también cuando veo abusos de poder o discriminación contra ciertas personas. Ahí es cuando me digo a mí misma: parece que es cierto, hay cosas de las que uno no se puede reír.
-Nathalie: Me pasa bastantes veces al día, pero lo recupero con facilidad.
Listo. No hay más testigos, señor fiscal. Y, si me permiten, sólo tengo unas preguntas para mí mismo. ¿Por quéWally siempre es un hombre? ¿Por qué a las mujeres les hace tanta gracia dar por hecho que todos somos Homero? ¿Por qué hay tantas mujeres a las que les da risa decirte "mi niño"? ¿Por qué, si insisten en que el tamaño no les importa, se fascinan con los perros muy chicos? ¿Por qué uno ha de sonreír cuando le dicen barbaridades?¿Por qué se fastidian tanto con los hombres gruñones, si ellas gruñen a cada momento?
Perdónenme: ¿pero qué diablos es una mujer chistosa?
-Vanessa: Tener como cualidades (y estoy citando a Lipovetsky) la falta de respeto e insolencia, la libertad de espíritu y la capacidad de distanciamiento en relación con lo real. Cualidades que habitualmente se atribuye a los hombres.
-Natalia: No sé, parece que pasarlo bien con uno mismo. Yo lo paso la raja en la vida, tengo más de lo que pude imaginar.
-Alison: Ser graciosa... Jaja. Pucha, ¡no sé que es ser chistosa!
-Jani: Cambiemos la expresión "chistosa" por "graciosa". Además de ser una persona con gracia, tenemos a alguien que posee ingenio, agudeza, cierto atractivo personal, simpatía, que es un poco socarrona y usualmente festiva. Creo que eso es ser graciosa.
-Nathalie: No ser tan grave y, a pesar de todo, pasarlo bien.
Maravilloso: ¡todos estamos de acuerdo! ¿Resumen? Todas estas chicas son un fenómeno. Dos chistes machistas al cierre... 1) ¿En qué se parece una mujer a un columpio? En que al principio divierte, pero al final marea. 2) Las mujeres lo adivinan todo, sólo se equivocan cuando reflexionan.
Y no es chiste. El humor femenino es explosivamente espontáneo. Lo dijo Valeria Mazza: "Yo nunca fumé marihuana porque eso da celulitis". Qué buen chiste. Qué gran chiste.


Por Sergio Paz.
Fotografías: Javiera Eyzaguirre.
Producción: Germán romero.
Fuente: El Mercurio.

martes, 17 de septiembre de 2013

¿Todo vale en el humor?

Les dejamos un artículo para reflexionar y debatir sobre el arte de hacer reír:



LA RISA, ¿REMEDIO INFALIBLE?
Por Mauricio Redolés

Existe un dicho muy chileno y que expresa sin gran vehemencia nuestro amargo y cruel sentido del humor: “No falta de qué reírse, dijo la vieja, revolviendo el fuego del brasero con la pata de la guagua”. El grito de la guagua debe haber sido estremecedor.

Siempre y en todas las culturas existe el humor cruel. Recuerdo que Maximiliano Salinas hace unos años me invitó a un seminario sobre el humor en Chile. Alguien me preguntó si en Inglaterra (país en el que había sobrevivido en la segunda mitad del siglo pasado), yo había capturado algo de la crueldad de los británicos en el humor. Les relaté como una vez John Barnes, un compañero de trabajo muy inglés, me contó que tenía un compañero de curso en el liceo, tan feo pero tan feo, que los “boys” de los otros cursos, cuando lo llamaban en el patio, le gritaban: “Hey you! With the face!” o sea, algo así como: “¡Oye tú!, ¡El de la cara!”. El profesor Salinas no pudo parar de reír durante el resto del seminario.

Cada nación diseña su propia crueldad en el humor. También cuando vivía en Inglaterra recuerdo que un chileno llegó con una revista Condorito. En esta revista venía una historieta en que un tipo enano y deforme, con un pie más corto, una joroba increíble, un brazo torcido, decide desnudarse a orillas de un lago para darse un baño. Se mete al agua y aparece Condorito y le roba toda la ropa. El individuo deforme sale a orillas del lago y le grita a Condorito: “¡Ojalá te quede bien la ropa algún día, desgraciado!¡Plop!”. Cuando le traducíamos el chiste a los ingleses, éstos hacían muecas de asco, no se reían, y decían que el chiste era absolutamente cruel e incomprensible. Lo que amplificaba nuestras oscuras y chilenas risas.

Es cierto que en Chile la norma es reírse del débil. Socialmente se impone desde las clases altas hacia las bajas. Desde el machismo y la misoginia de los hombres hacia las mujeres. Desde los auto-considerados “normales”  a los así considerados “anormales”, etc., etc. Todo esto en que las expresiones de “normalidad” son dictadas por el Poder y las Tradiciones. Carlitos Marx lo decía hace varios años: “Las ideas de los muertos pesan como una montaña en los cerebros de los vivos”.

Entonces, las rutinas humorísticas locales tienen una normativa que les garantiza a los comediantes el bien preciado de “la risa” luego de sus chistes cuando éstos apuntan a lo más “correcto” de esa “normalidad”. O sea es “gracioso” reírse de las suegras, las gordas, las madres solteras, las ingenuas, las tetonas, las de culo chico, las pavas, las ricas, las feas, las mujeres en general. Este sentido de humor también se ve reflejado en cierto tipo de publicidad televisiva en que la rubia presuntamente tarada pregunta a la audiencia: “¿O es muy tonto lo que estoy diciendo?”.

Por otra parte, los hombres que aparecen ante los ojos del Poder como débiles socialmente son el blanco del chistecito triste. Vale decir los borrachitos, (o sea personas enfermas de alcoholismo), los cumas (u “ordinarios” como los denomina el gusto chilensis), los homosexuales, los mapuches, los huasitos pobres (personaje que disminuye en importancia en la rutina humorística en la medida que disminuye la población agraria), los tartamudos, los gangosos, los deformes. Un clásico de esto último es un chiste que cuenta Álvaro Salas en que un señor deforme canta en una iglesia agradeciéndole a Dios.

Tanto como mi memoria me acompaña el único humorista que inventa un personaje de los estratos altos de la población, para hacer mofa de éste, es Jorge Romero “Firulete” y su recordado “Pepe Pato”. Coco Legrand inventa al “Cuesco Cabrera” pero es más compasivo con él. Nunca deja tan a la intemperie a su personaje con la brutalidad que lo hacía “Firulete”.

Sobre las víctimas del fascismo pinochetista, también hay humor. ¿Qué se imaginan ustedes? ¿Qué no éramos capaces? Espérate un ratito, cabrito. Recuerdo que un conocido chistólogo contó uno de aquellos. Resulta que Pinochet y Lucía van de picnic a Cartagena y ella le pide a Pinochet que no deje los huesitos de pollo en la arena porque lo pueden seguir inculpando más aún.

El otro “chistecito” lo escuché en un programa de conversación en un canal del cable. Se conversaba sobre el Bim-Bam-Bum, aquel Teatro de Revistas (revisitado actualmente por un canal de televisión), que alegraba la bohemia santiaguina a mediados del siglo XX. Se comentaba como el Bim-Bam-Bum feneció finalmente debido al “toque de queda”, impuesto por la dictadura. El teatro se quedósin noche, como todo el país. El conductor del programa, el actor Vasco Moulian, dijo: “¿Cómo que el Bim-Bam-Bum se acabó el 73? ¡El Bim-Bam-Bum comenzó el 73!”, y decía ¡Bim! y hacía el gesto de disparar, ¡Bam!, y de nuevo lo mismo, ¡Bum!, y volvía a repetir el gesto. El Compadre Moncho que lo acompañaba en el set televisivo no lo pescó ni en bajada al ya mencionado Vasco Moulian. Demostrando el ya aludido Compadre Moncho con ese gesto, el de ser un hombre dotado de una mayor sensibilidad e inteligencia que la del actor devenido en animador. Y no es chiste.